Un repaso al 2021

Al mirar atrás, cuando estaba en Amsterdam viviendo encerrado por la pandemia, un periodo de mi vida que de a poco se desvanece hacia un pasado distante, donde los detalles se vuelven borrosos y el tinte positivo es lo que queda. Es verdad que muchas cosas pasaron desde entonces, tiene sentido que mi estancia allí quede enterrada en algún lugar archivado en mi memoria. A pesar de que dejé Ámsterdam a finales del mes de febrero de este año.

Después de mudarme hacia Ámsterdam a finales del 2020, justo un día antes de que las restricciones cambien, el año nuevo me trajo muchas buenas experiencias, a pesar de las malas intenciones del COVID. Pasar el tiempo con mi familia y amigos, por supuesto fue especial, a la vez que ver diferentes partes de los Países Bajos fue increíble. Sin embargo, mi recuerdo favorito, y seguramente de todo el año, fue a principios de febrero.

La temperatura llegaba a los menos seis grados combinados con tormentas de nieve, creando un paisaje pintoresco, casi como una escena que solamente somos capaces de presenciar en obras de arte, postales o posteos de Instagram. Los canales de Ámsterdam se congelaron y los ciudadanos en seguida tomaron ventaja de ello. Andaban en bicicleta o hacían culipatin en las calles, ¿de qué otra manera uno podría viajar a Ámsterdam? Los canales estaban literalmente llenos de miles de patinadores de todas las edades, mientras que muchos estaban sentados tomando una bebida caliente o a lo mejor una cerveza (muy) fría.

Ser testigo de eso fue algo único y esta vez estar en cuarentena tuvo su ventaja. Escribí en otro posteo como fue mi experiencia viajando durante la pandemia a lugares conocidos por estar llenos de turistas y tener la suerte de ver esas atracciones sin tener que compartirlas con nadie, lo cual tuvo su lado positivo y negativo. Por ejemplo, poder presenciar a la población, disfrutando de lo que era una rareza en su país, sin estar repleto de turistas como siempre, fue mágico.

Me fuí de Ámsterdam y me encontré por un mes en Polonia, mi cuarta vez que iba a ese país el cual recomiendo a todos. Allí podés encontrar ciudades grandes, entretenidas y tradicionales como Cracovia y Varsovia; o ciudades más chicas con una arquitectura más tradicional pero con la misma cantidad de entretenimiento, como Poznan y Breslavia; y una naturaleza excepcional como las Montañas Tatras y el lago Mazury. Sin embargo, en esta ocasión, pasé la mayoría del mes, en mi opinión, en una de las peores ciudades de Polonia, Katowice. Conocí a muchas personas de esta región y me disculpo, pero la ciudad es una gran masa aburrida y gris.

Mi novia, Ailín, en ese tiempo estaba trabajando allí como niñera, por lo general durante el día trabajaba y estudiaba online, y por las tardes la pasábamos juntos. Los fines de semana eran básicamente empezar el día en un tren por una hora y terminarlo de la misma manera para escapar a Cracovia.

A la vez pasé una de esas semanas trabajando en Angloville, una compañía que se basa en campamentos de inglés. Trabajé con ellos dos veces en el pasado en campamentos de verano para adolescentes, pero esta era la primera vez que trabajaba con adultos y dentro de todo puedo decir que fue una gran experiencia. La ubicación, como en todos los campamentos en Angloville, era excepcional, en esta ocasión fue en un hotel hermoso a lo alto de las nevadas montañas Tatras. Tanto los voluntarios de habla inglesa como los participantes polacos crearon una atmósfera y experiencia amena y positiva, la cual todos vamos a recordar. Un agradecimiento especial a mi estudiante Marcin, el cual pasé la mayor parte del tiempo e inspiró a todos con su frase “¡siga, siga!” (frase proveniente de Grecia, su país adoptivo, la cual quiere decir algo como “tranquilo, después lo haces”).

Seguido a mi periodo en Polonia, no tuve otra opción más que volver al Reino Unido ya que mis 90 días en la Unión Europea se terminaron (gracias, BREXIT). Aproximadamente por dos meses me la pasé en mi hogar en Liverpool y a su vez tuve tiempo para hacer un par de viajes, dándome cuenta de que llegué a tal punto de conocer otros países (como España y Países Bajos) tal vez mejor que el mio. Hice un par de viajes cortos a Manchester, York y Londres, los cuales disfruté mucho, pero el que más destacó sin ninguna duda fue pasar dos semanas en Escocia que incluyó un recorrido por las Tierras Altas. A pesar de que viví y estudié un año allí, pude ver poco del país debido a una mala combinación de no tener auto y en general “flojera” estudiantil. El país, y las Tierras Altas en particular, coinciden con la reputación de ser uno de los lugares más hermosos del mundo.

A principios de junio mi estadía en el Reino Unido terminó repentinamente, ya que tenía que empezar a trabajar en un par de semanas en un campamento de verano en Rumanía, aunque las restricciones todavía eran inciertas, hasta que recibí una llamada diciendo que al llegar a Rumania debía estar en cuarentena por diez días. A pesar de que el campamento se ofreció encargarse de esto, por mi parte encontré otra alternativa, un poco mejor, aunque tal vez menos convencional. Si primero iba a Bulgaria, donde no tenía que cumplir ningún tipo de cuarentena al llegar del Reino Unido, podía ingresar a Rumania luego de dos semanas sin restricciones. Esto significaba que para llegar al campamento a tiempo debería volar al día siguiente. En ese momento me encontraba en Londres y los planes repentinos querían decir que por los siguientes tres meses debía vivir con una mochila llena de ropa que en teoría eran para un viaje de ¡un par de días! Y su vez las promesas de juntarme con mis amigos, al día siguiente, literal, los tuve que cancelar con la justificación de que me encontraba en Bulgaria.

Las dos semanas que pasé en Bulgaria fueron un corto receso a lo que sería un intenso verano, el cual Ailín y yo trabajamos en once diferentes campamentos con alrededor de dos mil niños. La organización, “English Cool Camp”, es una hermosa empresa familiar que ofrece una gran experiencia, la cual podés leer más sobre ella acá.

Después de recuperarnos de los campamentos recorriendo el oeste de Rumania, nos aventuramos hacia Hungría. Un país el cual intenté ingresar en varias ocasiones en los últimos años y nunca pude ya que las fronteras estaban cerradas, pero esta vez tuve éxito.

Nunca conocí a nadie que no le guste la ciudad de Budapest y ahora entiendo el porqué. Es un lugar en el que todos pueden encontrar entretenimiento y ahora está en mi lista de ciudades favoritas. Sin embargo, la mayor parte de nuestro tiempo la pasamos en un pueblo pequeño ubicado en el sur del país, realizando nuestro primer WorkAway. Fue una experiencia asombrosa y sin duda alguna vamos a volver a hacer más en el futuro. Leé más sobre el tema acá.

En un principio el plan era viajar hacia los Balcanes y hacia Grecia, pero la noticia de Argentina abriendo sus fronteras hizo que los planes se alteren enseguida. Al faltar un mes para nuestro repentino vuelo, decidimos ir al oeste a ver amigos y familiares antes de ir hacia el otro lado del mundo. Hicimos un par de visitas en Liverpool, Amsterdam y varias ciudades españolas, las cuales no duraron mucho tiempo, incluyendo ver a mi Familia Española en Zaragoza después de no haberlos visto por dieciocho meses.

Ahora mientras escribo esto, me encuentro en Buenos Aires, viviendo una nueva experiencia en Sudamérica. La primer gran parte del mes nos dedicamos a pasar tiempo con la familia de Ailín, la cual no vió por casi dos años hasta este día. A la vez, conocer un montón de gente nueva, y una introducción a la auténtica vida local cotidiana, al contrario de los que muchos viajeros experimentan al estar en un hostal.

Los últimos diez días del mes, aproximadamente, vamos a pasar las fiestas en la costa, pasando mi primer Navidad en verano. Después de esto, a lo mejor, empecemos a viajar hacia la capital y ver las muchas atracciones de este enorme país. En lo personal, lo que más ansío ver es su bellísima naturaleza, la cual es abundante, incluyendo la Patagonia y las Cataratas del Iguazú.

Por último, debería agradecer a todos aquellos que leyeron cualquiera de mis posts. Empezó como un proyecto personal en abril, mientras estaba en cuarentena por dos semanas, y no tenía (y no tengo) otra intención más que una forma de recordar mis viajes. Sin embargo, desde el octavo mes desde su creación tuve alrededor de 400 lectores de 26 países diferentes y 5 continentes. Por el momento solo tuve un solo posteo en colaboración y hay dos más que están siendo escritos por compañeros viajeros que quieren contribuir. Si esto puede inspirar a alguien a viajar más o de manera diferente, entonces es un extra que estoy más que agradecido de lograr.

¡Feliz año nuevo!

Subido el: 27/12/2021

Escrito por: Tom Taylor (@tomtayloor)